miércoles, 25 de noviembre de 2009

una oleada derramó mi piel sobre la arena. arrebató la estructura esquelética. una oleada y una ola no contemplada. el frío recorrió por un instante las venas que se congelaron. succionaron el aire del cuerpo, el agua del cuerpo se deshizo en el mar. un escondite de arena construyo alrededor como caparaza de sonatas. un dejarte ir sin esperas. un maremoto, esa tormenta llegó. el sino de su piel se destrozó también. soñé que entraba en la cueva y venía el abrazo anhelado. cerca del renacimiento, pero no. más bien un espanto que se convierte en letras de descuello el cuello y la nuca se parte contra el inodoro, contra el bidet. ya es tan lejana la pileta, desde el suelo se confunde con el mástil ancho de las plazas.
plazas donde pasamos sin tomar las manos. plazas de arena. plazas de san luis. plazas sucias de dolores que quién sabe de quién son. podridas aureolas entre los ojos.
la naturaleza se ve viva, espectral en los matorrales. quisiera descirbirte pero no puedo pensarte y todo lo que siento es una aurora que me despierta. no está el camino y veo las bombas caer y caer, sólo en sueños?
llano y liso. ahora no son los sujetos sujetos y son nada-sujetos. te miran sólo por tu rareza. una cosa de contemplar un instante e irse luego. qué sos, una muñeca de porcelana que a todos gusta pero que nadie se anima a llevar porque es frágil. no hay más de eso. porque la muñeca no es tal y no es de porcelana. es de todos los materiales juntos. todos son suceptibles de ser destrozados. incluso el latido.
lejos como flor de mar.
amacándome
extremeciéndome
dejándome
salteándome
tirándome
golpe a la arena y va

de nuevo:

Veo los vasos de anoche
lavados por él en un susurro.

leo sobre el recuerdo
un precioso recuerdo
("¡quiero un 28! por favor, ese no")
Cálido en el amanecer
húmedo
y barranca abajo:

vomito vómito
un té.
y me acuerdo
de esas veces.
El pozo me hundía
o yo me tiraba en él.

Una somnolencia metafísica
fortuna caeca est.
Me desperté y me asusté de las palabras.

martes, 24 de noviembre de 2009

-Es un maldito ocaso-me dijo y...-es un maldito ocaso

Ahora bueno.
El tiempo es esa cosa que nadie sabe, incluso si existe.
Pero qué pasa cuando el lagarto terrestre en la sombra se agazapa y te deja sin respirar?
Qué pasa cuando el loco de la sierra te corta la cabeza?
Todo ese miedo al cuco se desvanece porque se deja de imaginar el luego.
No hay luego, no hay.
Un estupor se apodera de la mente, las canillas no son canillas porque no se pueden cerrar.
Bañan la escena del oscuro teatro de sueños donde se esconden las sombras del abismo indescifrablemente estupidizador de las terrestres pautas sociales e inverosímiles para cuelquier espectadore de este demente teatro mundo.
Ese es el sueño inalcanzable del murciélago. No está en la escena, se esconde y no quiere mostrase, hay un agujero en el medio de su pecho.
Este espejo, dirán otras personas, otras que fue por esto, otras que fue por ella.
Dirán y a nadie le importará la profundidad de su intento salvaje de reconfigurar, de deconstruir la estantería.
Qué pasa con el miedo? Bueno, pues no desaparece. De eso se convierte el estupor.
Un solo grito alcanza para que el sueño deje de serlo.
Una moneda de paraísos extremadamente orfanables.
Esa era la carta robada, estaba ahí, sólo ahí.
No es despedida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

un poco de paso no viene mal

En esta ocasión me gustaría contarles que vi un pájaro entrar por la ventanita del lavadero. Estaba en la computadora y escuché como si algo se cayera. No le di bola, claro. Pero a la media hora fui a ver qué onda. Había un gorrión comiéndose a mis hijas. Lo miré. Él me miró. Se fue volando.
Pero pasado ese sublime instante me quedé pensando en "¿y si hubiera pasado algo mejor?". Es decir, si no hubiera pasado eso y hubiera pasado, por ejemplo, que en vez de un gorrión entrara un conejo.
Algunas veces se escatiman esas conjugaciones y esas mezclas sintácticas. La mayoría de las veces dan esa sensación de inservibles, de insuficientes. Nos olvidamos de las lecturas anónimas, de las lecturas anteriores, tan anteriores que ya, por ser tan pasadas, son anónimas. Quedan los retazos de lecturas que a medias se empiezan a completar con otras. Nuevas atmósferas se bañan en las viejas y crean esos mundos también lejanos, como las anécdotas. Quedan pseudo-recuerdos en los cráneos y todas comienzan a conformar.
Es tanto verbo. Una palabra lleva a la otra y la acción comienza a ser. Ser, sin olvidarme de tantas conversaciones que hemos tenido y que si llevaron a algo fue a esto. Parece charlatanería, una cosa poco trabajada.
Pero es más allá de la ventanita del lavadero que miro, esa torre que se ve a lo lejos, esa torre es la de Manantiales, lejos. A sesenta o setenta cuadras. Si estoy al mediodía me encargo de acercarme a la ventanita y mirar, tal vez algún día tenga súper visión y así como les escucho por la radio les pueda ver. Con gestos, con muecas, con caras de risa, con caras de simulantes farsantes.
Cuando el deseo deja de ser deseo. Quiero seguir imaginándolos, sentados, tal vez se paren de bronca en algún momento, tal vez se estén tomando una birra, aunque no lo creo. El gorrión se acerca a la ventana de nuevo. Tal vez por esa sensación de propiedad privada he cerrado la ventanita. Vuelve a mis recuerdos fragmentados esa casa y ese olor. El cantero del frente que siempre verde. En invierno, en verano, siempre verde. Crecidos arbustos que me afanaban el pensar. Se iba a mirar porque siempre, el siempre verde estaba abierto.
No era una ventanita, era un ventanal enorme: del piso al techo. Abierto de par en par todos los días, todas las mañanas y me recuerdo cerrándolo cuando me iba a la escuela. He ahí ese sentimiento. Sí, el recuerdo fragmentado. Hoy se nutre de opuestos. Antagonismo del más acá como diría el nefasto. Pero la misma sensación.
Una olvida (si fuera hombre esto de hablar en primera persona como persona y no como hombre o mujer sería aplaudido por algunas otras) Una olvida que no sabe qué es "ser", pero siente una terrible seguridad en pensar que es en tanto construye sus recuerdos, esa cuestión de cultura heredada de la pervivencia a través de la muerte: la anécdota, la historia, repetirse en las palabras, salir de la corporeidad para ser y ser parte de esta calesita.
Ya no importa si es abrumadora. El cuento puede repetirse infinitas veces (hasta que alguien encuentre algo finito) Y ya no importa para algunas que las manzanas no tengan gusto a manzana, que próximamente los conejos asados con papas se vendan en latas y que las mazmorras sean la inspiración cultural, porque "es así". Y justamente porque para no accionar se utiliza el argumento de la entidad, del ser, es que no nos cansamos de intentar encontrarle una vuelta de tuerca diferente. Y para eso generamos una suerte de pensamiento que intente transformar una era que se nos viene encima y nos aplasta para que deje de aplastarnos.
Son reminiscencias (muy lejanas) de la novela decimonónica con una medida de Jitrik, una de Denevi, otra de Luca y algunas otras que ya no recuerdo o no tengo ganas de alardear más.

Pilar Bamba - Triste

Se acabó. Nos hemos convertido en muñecas, para qué ser mujeres fatales, mujeres duras, trabajadoras, amantes, hogareñas, madres, para qué? Somos muñecas del destino. Somos peponas pintadas que queremos ser amadas, queremos tener un dueño que nos mime y nos abrace.

El destino nos ha transformado. Cuando volvamos a creer en la vida real, de nuevo como Pinocho, volveremos a este mundo, pero realmente ¿queremos?

domingo, 8 de noviembre de 2009

pequeña respuesta

Está, la libertad y el ser. ¿Cuándo encontramos una respuesta? ¿Tiene que ver con exigir? ¿Está en una burbuja, tiene que ver? Una suerte de espera, más bien, diría yo. Más que saber qué queremos como una posible idea de algo. Es que además ¿qué es algo? Una paja intelectualoide. No discuto lo hermoso, lo gustoso, lo espeso que termina por ser. Pero ¿qué necesidad? ¿Acaso la felicidad en tanto momento es comparable con el hambre o con el sueño? Si no sabemos qué es "algo", ¿podemos saber con qué puede ser comparable? Y además, ¿se puede ligar la felicidad a la condición de existencia? Y además, ¿qué es la existencia? Justamente por eso, porque es una pregunta.

Nada más, nada más.
Simples dudas que su escrito me generó.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Estación Pringles.

Los entes itinerantes se materializan en la abstracción de un soñado y esperado viaje. No hay fuga que supere la cotidianeidad de lo inalcanzable. El espacio se va cerrando para alguns, pero nosotrs creemos que cada vez más abierto está. Desde aquel día en que nadie preguntaba nada, en que nadie atinaba a vomitar una palabra ante una presencia supuestamente abrumadora. De ahí en adelante los cuerpos personificados se materializaron, alguien quizo ponerles rótulo, ellos se negaron.


Al grito de ¡Vamos a la Estación! el panorama se convierte en eso: la pampa es abierta y si se cierra no nos importa, la vamos a abrir.